El Copihue, flor inspirada en el amor
Nombre científico:
Lapageria rosea.
Familia:
Filesiáceas.
Comercialización:
Sólo se pueden comerciar las flores, no las ramas ni sus raíces. Se cultivan numerosas variedades híbridas de gran belleza.
El Copihue fue declarado nuestra Flor Nacional el 20 de septiembre de 1984.
Nuestra Flor
A nuestra flor nacional se le puede encontrar desde Valparaíso a Osorno, enredada sobre matorrales y colgando de árboles en zonas húmedas. Claro que también puede cultivársele en interiores, eso sí que en lugares donde no reciba directamente la luz del sol y tenga una adecuada ventilación durante los días que hace más calor.
El copihue es una flor autóctona chilena, que florece desde el verano hasta finales del otoño. Esta planta puede alcanzar alturas superiores a los 10 metros.
Tiene tallos retorcidos, leñosos, flexibles, pero resistentes. Las hojas son de forma oval y muy duras, de tonos verde oscuro por fuera y más claros en su interior.
Perenne, trepadora y de hojas largas, da una flor con forma de campana, carnosa, con 6 pétalos (3 internos y 3 externos) y 6 estambres. Puede llegar a medir hasta 15 centímetros de largo y 10 de ancho en su parte inferior.
Los colores de esta flor son variables. Van desde el blanco pasando por el marfil, el rosado suave y el rojo frambuesa, hasta el bordó claro.
Crece en bosques oscuros donde hay mucha humedad y demora alrededor de 10 años en florecer. Por su lentitud y por la continua depredación a que está sometida, fue declarada «especie protegida» por la Ley de Bosques, ya que se encuentra en peligro de extinción.
En lengua mapuche al copihue se le llama «Copiu», y en medicina popular la raíz del copihue se emplea contra enfermedades venéreas, gota y reumatismo.
La Leyenda
Según la leyenda, hace muchos años, en los bosques del sur de Chile vivía una hermosa niña Mapuche llamada Rayén.
Había sido prometida en matrimonio por sus padres con un niño llamado Maitú, y habían crecido y se amaban. Maitú, era el guerrero más valiente de la tribu. Un día de primavera, partió con los hombres del pueblo a luchar en una batalla a orillas del río Toltén. La joven Rayén estaba muy triste. Cada vez que Maitú se iba a la guerra, Rayén subía al árbol más alto del bosque. Desde allí podía observar el polvo que levantaban los guerreros en el combate, y cuando regresaban, salía al encuentro de Maitú. Pero aquella tarde no le vio regresar.
Rayén desconsolada llora de pena en el bosque y sus lágrimas según la leyenda se convirtieron en flores de sangre. Las flores sabedoras que debían su existencia al dolor de Rayén, se dispusieron como una alfombra, y volando se la llevaron por los cielos al encuentro de Maitú. Y es así que desde entonces en Chile existen los Copihues .
Ésta es una hermosa canción de los Hermanos Silva, llamada “El Copihue rojo” que también recuerda la leyenda:
Soy una chispa de fuego
que del bosque en los abrojos
abro mis pétalos rojos
en el nocturno sosiego.
Soy la flor que me despliego
junto a las rucas indianas;
la que, al surgir las mañanas,
en mis noches soñolientas
guardo en mis hojas sangrientas
las lágrimas araucanas.
Nací una tarde serena
de un rayo de sol ardiente
que amó la sombra doliente
de la montaña chilena.
Yo ensangrenté la cadena
que el indio despedazó,
la que de llanto cubrió
la nieve cordillerana;
yo soy la sangre araucana
que de dolor floreció.