El Perro Fueguino
El “perro yagán o fueguino” fue un animal perteneciente a la familia de los Cánidos (perros, lobos, zorros, coyotes, y chacales.), resultado probablemente de la domesticación del Culpeo, especie de zorro sudamericano, por parte de los Yámanas (Yaganes) y Selknam (Onas).
Su distribución geográfica coincidía con la de los pueblos anteriormente nombrados, principalmente en la porción central y austral de la Isla Grande de Tierra del Fuego, siendo el único animal doméstico de esas tierras, no conociéndose en forma exacta la fecha en que debió someterse a la vida junto los habitantes australes. Su exterminio temprano se debió al hecho de que atacaba al ganado lanar perteneciente a los grandes estancieros.
Descripción y utilidad del perro fueguino
Ésta varía según el observador, quizás principalmente a que con la llegada del europeo a habitar la zona se produjo el mestizaje con razas traídas para el pastoreo de ovejas.
En su viaje en el Beagle, Fitz Roy, los describe como «animales de cuerpo esmirriado, orejas muy paradas, muy nerviosos y muy parecidos a una imaginaria cruza entre terrier y zorro. Los colores parecían ser variados y tan pronto eran blancos con manchas negras, marrones o pelambre gris hirsuta.»
Otra descripción la entrega Luis Martial, quién comandaba la denominada Mission Scientifique du Cap Horn, la cual recorriera la región austral y efectuara observaciones sobre el entorno de los nativos y su vida cotidiana, entre ellas a los animales que los acompañaban, «Pequeño y feucho, de pelo largo y leonado y con hocico puntiagudo que lo hace parecer al zorro. Es muy fiel a sus dueños y ladra furiosamente en cuanto percibe que se acerca un extraño… Para adiestrarlo desde muy joven se lo abandona en una cabaña aislada en donde desarrolla su instinto; así resulta buen cazador y se acostumbra a llevar la caza a su choza. Provee a su propia subsistencia y si falta la caza, se arregla con mariscos, pescaditos…» (L. F. Martial. Histoire du voyage)
Por otro lado El ingeniero Julio Popper (sindicado como uno de los exterminadores de nativos) comenta que la utilidad del perro yagán para la caza y la defensa eran limitadas, tal vez producto de una domesticación parcial. En una conferencia dada el 5 de marzo de 1887 describió éstas y otras particularidades:
“Para cerrar el rápido croquis de la fauna fueguina sólo me queda por mencionar el perro que, con orejas paradas y gruesa cola, tiene cierto parecido con el zorro aunque su color es a veces enteramente blanco.
Acostumbrado a apreciar en la raza canina su proverbial adhesión hácia el hombre, me causó estrañeza la circunstancia, observada repetidas veces, de que el perro fueguino carece absolutamente de esas calidades. Nunca los vi, por grande que fuera su número, tomar una actitud agresiva o bien defender a sus amos cuando éstos se hallaban en peligro. He averiguado además que no sirven para la caza del guanaco, pues en distintas ocasiones los vi disparar a gran carrera delante de un guanaco perseguido por nuestra perrada, que se componia esclusivamente de la raza canis graius (el grey hound de los ingleses). Recuerdo también haber encontrado cierto día un guanaco herido de tres flechazos, que los onas abandonaron al vernos llegar, y el cual no presentaba ninguna mordededura de perro ni rastro de haber sido ofendido por éstos.
¿Qué servicio prestan entonces las numerosas perradas a los indios?
Una casualidad vino a contestar esta pregunta. Estando una tarde en la playa de la Bahia Lomas, recogimos cuatro criaturas de seis a ocho años de edad y las llevamos, no obstante las enérgicas protestas —bien justificadas por otra parte— del mayor de los muchachos, hacia un alojamiento indio abandonado una hora antes. Al hacerles entrar en uno de los toldos asumieron luego una apariencia somnolienta, acurrucándose los cuatro en un solo punto. A poco más noté que los perros entraban uno a uno en el toldo, colocándose en grupo alrededor de los pequeños onas, para asumir la forma de una especie de envoltura, que bien pronto apenas dejó entrever la cabeza de los chicos: se encontraban éstos completamente rodeados de perros de todo tamaño.
Me arriesgo, pues, mientras no obtenga mejores datos, a emitir la opinion de que los perros fueguinos solo sirven para completar el abrigo defectuoso del indio, o mas bien, como mueble calorífero del ona”. (Popper, J., Atlanta, proyecto para la fundación de un pueblo marítimo en Tierra del Fuego y otros escritos, 2003, Eudeba, Buenos Aires.)